¡Bienvenidos a bordo!

Viaja un siglo atrás y adéntrate en el Buque de los Sueños. En su interior, las vidas y las historias de las 2,208 personas que depositaron sus ilusiones, sus esperanzas y sus anhelos en él. Conoce de su propia mano esta travesía que ya es eterna, conoce la Verdadera Historia del Titanic.


miércoles, 30 de abril de 2025

William Henry Allen, una maleta cargada de sueños

 


William Henry Allen nació a principios del año 1.873 en el barrio de Lenton, Notthingham, Nottinghamshire, Inglaterra. Fue el primer hijo del matrimonio formado por Alfred Allen, nacido en 1.849 y su esposa, Hannah Selina Hunt, nacida en 1.851. La pareja se había casado durante los primeros meses del año 1.873 y eran originarios de Birmingham, que se encuentra a unos 118 km de Notthingham.

Pronto se convertiría en hermano mayor, dando la bienvenida, al año siguiente, a su hermano, George Alfred, quién nacería en 1.874. Posiblemente, ambos, serían bautizados en Coventry, Warwickshire, el 30 de julio de 1.876, junto con el tercer miembro de los Allen, Arthur Archivald, que nacería ése mismo año. 

La familia se completaría en los años posteriores con tres niñas, Florence Louise, nacida en 1.878, Gertrude Miriam, nacida en 1.887 y Elsie, nacida en 1.893. Con tantos miembros, podemos aventurar que la infancia de William estaría llena de juegos y confidencias entre hermanos, probablemente, con nuestro joven protagonista como líder, ya que era el mayor.

Toda la unidad doméstica, aparece, por primera vez, en el censo del año 1.881, donde se les ubica residiendo en el número 34 de Leicester Street, St. Anns Well Road, Notthingham, lo que nos indica que se quedarían residiendo en la misma zona donde nació su primogénito, William.


Calle de Leicester, tal y como se vería entre 1.960-1.970. Aquí pasaría su infancia William Allen. Fotografía: https://stannswellroad.weebly.com/


St. Anns Well Road, era un barrio obrero donde los hijos de sus habitantes se reunirían para jugar juntos en la calle, mientras sus padres trabajaban arduamente para sacarlos adelante. Existe, curiosamente, un lugar web donde algunos de sus antiguos residentes, suben fotografías del lugar tal y como se encontraba en las décadas de 1.940 y 1.970. Por desgracia, toda la zona fue demolida en la década de 1.970. Se perdieron, así, todas las casas que habían sido construidas casi un siglo antes y donde tantas familias humildes, con bajos salarios, criaron a sus hijos, entre ellas, los Allen.


Plano de una vivienda tipo de Leicester Street. Muy similar sería la que habitaría un joven William Allen y su familia en 1.881. Fotografía:  https://stannswellroad.weebly.com/


Alfred, el padre de William, trabajaba como tornero, posiblemente, fabricando herramientas. Más adelante, conseguiría ascender a capataz de fábrica, lo que, probablemente, le daría un mejor salario para mantener a su esposa y sus seis hijos.

Diez años más tarde, en 1.891, con un William ya de unos 18 años de edad, el censo nos indica que toda la familia se había trasladado al número 5 de Addington Road, Radford, Nottingham. Este barrio sería muy similar al anterior, con pequeñas viviendas unifamiliares que eran habitadas por trabajadores y sus familias.


El número 5 de Addington Road en la actualidad. Fotografía: https://www.google.es/maps


Era muy normal que los hijos varones, y más los primogénitos, acabasen en empleos del mismo gremio que el de su progenitor, por lo que William comenzaría, seguramente bastante joven para los estandartes actuales, a trabajar en el sector.

Hacia 1.900, el matrimonio y sus dos hijas menores, Gertrude y Elsie, finalmente se marchan a la capital, Londres, concretamente al municipio de Hackney. Tanto William como sus tres hermanos mayores, no se mudaron junto a sus padres y hermanas. Todos ellos ya tenían edades aptas para trabajar y habrían empezado ya su independencia y sus propias vidas.

En el censo de 1.901, William Henry Allen, de unos 28 años, aparece residiendo en el número 114 de Cremorne Road, en Nottingham. Allí vivía en condición de inquilino, algo muy habitual, del matrimonio Rigby. Para mantenerse, trabajaba como aprendiz de mecánico de máquinas.

Fue allí donde conocería a Florence Ann Rigby, la hija de sus caseros, con quien se casaría en el año 1.906, tras varios años de relación. Florence, de 29 años, había nacido en Derbyshire. También de este mismo municipio, era oriundo George Herbert Hinckley, un mayordomo de baño de primera clase, del cuál se dice, según prensa de la época, William Allen era su mejor amigo. No he encontrado otras evidencias que puedan certificar este hecho, ni he hallado pistas que indiquen que esta relación realmente existía. Es posible que ambos coincidieran trabajando en algún momento de sus vidas.

Para 1.911, cinco años después de su boda, el censo indica que William residía en Kingsway, Coventry y allí trabajaba como fabricante de herramientas, más concretamente, de tuercas y tornillos. Es curioso que su esposa, Florence, consta en ése mismo año viviendo, aún, con sus padres. Esto se puede deber a que ella no cambiase oficialmente su residencia, o que realmente él, por trabajo, se mudase allí temporalmente. Sin embargo, la prensa de la época y el último registro, sitúa al matrimonio viviendo juntos en 1.912, en el número 78 de Queen’s Road, Erdington, Birmingham. No tenían hijos.


El 78 de Queen`s Road, en Birmingham, en la actualidad. Fotografía: https://www.google.es/maps


Esta era la casa del tío materno de William, Fred Hunt, hermano de su madre. Probablemente, William trabajaba para entonces, en la fábrica de municiones Birmingham Metal and Munitions Co., donde, se cree, pudo coincidir trabajando con George Hinckley.

Quizás fuera durante su etapa aquí, cuando William decidiría que era el momento de cambiar toda su vida. Su tío, William Henry Allen, hermano mayor de su padre, y al que, seguramente, debía su propio nombre, había sido un exitoso propietario de una fundición de hierro. En la década de 1.870, la empresa se había ido a pique tras haber administrado material para la construcción de un puente prefabricado para el río Ohio, en EE.UU. Éste se había derrumbado y el Tribunal Superior de Londres le había demandado, dejando el negocio en la ruina. Tras volver a reunir algo de dinero, él y su familia, con mucho esfuerzo, se trasladaron a América en 1.881, donde recuperaron, poco a poco, la prosperidad.

Podemos intuir que su tío y su padre, habrían mantenido el contacto a pesar de la gran distancia que los separaba, nada menos que todo un océano. Seguramente, éste sería el gran detonante para que William, de 39 años, finalmente tomase la decisión más determinante de su vida. Se mudaría a EE.UU., donde sería recibido por su tío paterno y, allí, todo iría mejor. Lo que opinaba de eso su esposa, no podemos saberlo. Quizás ella esperaba acompañarle cuando él, unos meses después, consiguiese algo de estabilidad.

Sea como fuere, William Henry Allen se dirigía al número 593 de Eleventh Avenue, Manhattan, Nueva York, donde presumiblemente vivía su tío con su familia. Solía ser muy habitual que varios miembros de una misma familia, en muchas ocasiones sólo varones, iniciaran el viaje hasta América, donde, tras estabilizarse, se reencontrarían allí con sus esposas e hijos. En este caso, también fue así.

Existe constancia de que un primo, problemente de la rama paterna de William, William Hopper y un amigo de éste, Claude Kent, habían comprado para viajar juntos, tres billetes de tercera clase en el Titanic. Sin embargo, y por motivos que se desconocen, los dos pasajes de Hopper y Kent fueron cambiados, en el último momento, para finalmente viajar a bordo de otro buque, el R.M.S. Sismic, que saldría un día antes.

Los inmigrantes no solían regresar nunca a su tierra. No por falta de ganas, si no por economía. Posiblemente por este motivo, William pasaría sus últimos días en Inglaterra en casa de sus padres, en Albert Cottage, Pembury Road, Clapton, Londres. Desde allí, y tras despedirse, se dirigiría al puerto de Southampton, donde su futuro le esperaba. Podemos imaginarlo delante del gran buque, el miércoles 10 de abril de 1.912, con su maleta de cuero en la mano, llena de algunas prendas de ropa doblada con cuidado y recuerdos de toda su vida, pisando, por última vez la tierra que le vio nacer.


El Titanic, amarrado en el muelle 44 de Southampton, espera iniciar su viaje inaugural. Fotografía: https://es.wikipedia.org/


También embarcaría en Southampton, George Hinckley, él, en calidad de miembro de la tripulación, concretamente como mayordomo de baño. Si realmente eran amigos, como algunas informaciones aseguran, sabrían de la presencia del otro a bordo y, seguramente, incluso pudieran encontrar algún momento para compartir confidencias durante el viaje. Pudieron haberse visto en la sala común de tercera clase, donde William pasaría gran parte de la travesía, coincidiendo y relacionándose con otros pasajeros de tercera clase.


La sala común de tercera clase, con sus míticos bancos de madera, tenía un acceso, también, a la zona de paseo para los pasajeros en la cubierta C. Fotografía: Demo 401, Titanic, Honor and Glory. https://www.titanichg.com/


Tanto William Henry Allen, como George Hinckley, fueron dos de las 1.496 víctimas que el Titanic se llevaría consigo durante su hundimiento. El cuerpo de William nunca fue identificado o hallado. El cadáver de George, sin embargo, sí pudo ser recuperado. Concretamente, por el buque cablero Mackay-Bennett, el cuál había sido fletado por la compañía White Star Line tras la tragedia. Fue enterrado en el mar el 22 de abril de 1.912. Si quieres saber más sobre la recuperación de víctimas, pulsa aquí.

Su primo, William Hopper, declararía días después del naufragio, lo siguiente.

“Viajamos en el Sismic, realmente por casualidad, ya que desconocemos porqué cambiaron nuestros pasajes. Fue algo muy afortunado para nosotros, se lo aseguro.

 Íbamos navegando un día por delante del Titanic, pero éste nos adelantó. Desde nuestro buque, se recibió la noticia de que el barco se estaba hundiendo, pero el Capitán decidió no propagar la notica al pasaje, temiendo que pudiera desatarse el pánico.

Más tarde, se nos comunicó que el Titanic había naufragado. Tras ello, supimos que había sido debido a los campos de hielo. El miércoles llegamos a la zona y los marineros más expertos nos dijeron que nunca habían visto nada igual. Apenas los sorteábamos. Algunos icebergs medían hasta 60 metros de altura. Estaban por todas partes. Varios pasajeros estábamos algo nerviosos, sin embargo, los oficiales del Sismic, fueron muy cuidadosos y profesionales, y conseguimos salir de allí sin problemas.

Vimos algunos restos del Titanic cuando pasamos por allí, trozos de madera y similares, pero no nos topamos con ningún cuerpo. Con toda probabilidad, el iceberg había hecho que todo desapareciese.

Mi primo, William Allen, había embarcado en el Titanic. Nosotros teníamos, también, nuestro pasaje reservado, pero, en el último momento, acabamos a bordo del Sismic, embarcando un día antes. Mi primo no recibió ese cambio. Se perdió…”

 

Su mujer, Florence, recibió la totalidad del patrimonio que había dejado William en vida, valorado en 167 libras y 10 chelines. Jamás volvería a contraer matrimonio. Viviría el resto de su vida en Bridgford, Nottinghamshire y fallecería el 15 de septiembre de 1.965, a la edad de 88 años.

La historia de William Henry Allen es bastante similar a muchas otras protagonizadas por pasajeros de tercera clase, todos tendrían en común la ilusión y la esperanza de poder hallar una nueva vida en EE.UU. Sin embargo, hay algo que la hace diferente. Los restos del Titanic fueron hallados por la expedición capitaneada por el oceanógrafo Robert Ballard, el 1 de septiembre de 1.985, tras varias búsquedas sin éxito. Alrededor del pecio, cientos de objetos personales de las 2.208 personas que componían el pasaje y tripulación del buque, se extienden como una especie de recordatorio de lo que allí sucedió.


Fotografía realizada en 2.004. Pequeña muestra del campo de restos que se extienden en el lecho marino, cercanos al pecio. Se pueden distinguir algunos zapatos. Fotografía: https://www.latimes.com/


Años después, la empresa I.N.C. Titanic, obtuvo, en el año 1.994, gracias al Tribunal Federal de los Estados Unidos de América, los derechos del pecio. Es por ello, que son los únicos con permiso legal de extraer objetos del campo de restos. Han realizado, hasta la fecha, ocho expediciones, entre las cuáles, concretamente la del año 2.000, se halló una maleta de cuero. En su interior, diferentes prendas de ropa, un par de botas de vestir, otras, más usadas, de trabajo, lana para zurzir, un reloj de bolsillo, cerillas, cartas, postales y otros documentos. La clave para determinar a quién pertenecía la bolsa, fue un ticket de una lavandería en el que rezaba W. Allen. Más de 100 años después, ésa maleta, las únicas posesiones que William había seleccionado para llevar consigo a su nueva vida, nos permitían darnos una idea de quién fue su propietario.

Quizás, en esas cartas y postales, estaban las palabras de aliento y esperanza de sus padres y hermanos, deseándole una buena nueva vida en América, recordándole, como cualquier madre sea cual sea la época, que no olvidase escribirles para contarles todo. Posiblemente, alguna de ellas contendría una despedida de Florence, su esposa, con la intención, de que su separación fuera sólo algo temporal y pudieran volver a reunirse en un futuro próximo. Sea como fuere, en ésa bolsa de cuero, William, había reducido lo más importante de su vida para comenzar de nuevo.


Un traje de lana de tres piezas y unas botas, son algunas de las pertenencias que William Allen llevaba consigo para el comiendo de su nueva vida en EE.UU. Fotografía: https://kevinbrownhistorian.wordpress.com/


Probablemente, este traje de lana negra que podemos contemplar en la fotografía y ése par de botas, algo desgastadas, sería el vestuario más elegante que William tenía y querría llevarlo consigo para pisar ése nuevo mundo y ésa nueva vida que le prometía la ciudad de Nueva York. Se habría imaginado, infinidad de veces, vistiendo su traje y encontrando nuevas oportunidades con él. Gracias al cuero de la maleta, las prendas se han podido conservar en un estado de conservación muy bueno, teniendo en cuenta los años pasados a más de 3.000 metros de profundidad.

El chaleco de William Allen, fue vendido en una subasta en el Intrepid Sea, Air & Space Museum, de Nueva York, el 11 de abril de 2.012, curiosamente, durante el centenario de ése primer y último viaje que convertiría al Titanic en mito.

Las botas, ésas que William habría elegido para caminar por primera vez en Nueva York, se exhiben en el museo Titanic, Artifact Exhibition, que se encuentra fijo en Luxor, Las Vegas, EE. UU. Aquí, la I.N.C. Titanic, empresa propietaria de Artifact Exhibition, conserva numerosos objetos extraídos del pecio, como la famosa Big Piece, hasta ahora, el fragmento más grande rescatado del casco del Titanic.


Alexandra Klingelhofer, directora ejecutiva de Titanic, Artifact Exhibition, en Luxor, Las Vegas, sostiene, en 2.020, las botas que le pertenecieron a nuestro protagonista, William Henry Allen. Fotografía: https://www.reviewjournal.com/


Otra de las prendas de William, se encuentra en Cultra, Belfast, en el museo Titanica, the Exhibition, ubicado en el Ulster Transport Museum. Es un pequeño espacio en el cuál podemos contemplar varios objetos rescatados del pecio y donados por la I.N.C. Titanic. Allí, una camisa, en muy buen estado de conservación, contempla, impasible, el paso del tiempo. Puedes visitar este museo de manera virtual en éste enlace.

En el año 2.014 y el 2.019, durante mis dos viajes a Belfast, la cuna del Titanic, tuve la oportunidad de poder contemplarla in situ. Ha sido uno de los objetos provenientes del naufragio que más me han impactado. Saber que le pertenecía a alguien, con nombre y apellidos, con una historia detrás, es algo absolutamente conmovedor cuando te paras allí a contemplarla. He tenido pendiente esta entrada desde entonces.


La camisa de William Henry Allen, expuesta en Cultra, Belfast, en el pequeño museo Titanica the Exhibition. Fotografía realizada por miembros de la Sociedad Histórica del Titanic en España en septiembre de 2.019.


Este ha sido siempre el objetivo de nuestro blog, poder dar voz a aquellos que formaron parte del Titanic. Entender porqué se subieron a ése barco, cuáles fueron las decisiones que les llevaron allí y, en muchas ocasiones, que les arrebataron la vida. Hoy, recordamos una de ésas historias, la de un hombre humilde, de 39 años, muy trabajador, que, sabemos, tenía una buena relación con su familia, tenía una esposa, Florence y, principalmente, tenía el sueño de una mejor vida en EE.UU. donde su tío, le esperaba para recibirle con los brazos abiertos. Sus sueños, como los de tantos otros, se quedaron allí, en el Atlántico Norte, ésa madrugada del 14 al 15 de abril de 1.912. Sin embargo, su camisa nos recuerda quién fue más de 100 años después.


Con la camisa de William Henry Allen. Fotografía realizada por mí en abril del año 2.014.


En el año 2.004, un descendiente, concretamente un nieto, de Caroline Allen, la hija de William Henry Allen, el tío paterno de William y quién le esperaba en Nueva York, encontraría un antiguo álbum familiar donde una fotografía rezaba,
William, hijo mayor de Alfred Allen. Ahogado en el desastre del Titanic.


William Henry Allen. Fotografía: https://www.encyclopedia-titanica.org/


En su memoria.



[Irene Hernández Rodríguez]




domingo, 6 de abril de 2025

WHITE STAR HERITAGE, TITANIC EXHIBITION

En octubre de 2.024, un miembro de la Sociedad Histórica del Titanic en España, tuvo la oportunidad de visitar en Glasgow, Escocia, la exposición White Star Heritage, Titanic Exhibition. Ubicada en un centro de exposiciones llamado S.E.C.

Esta muestra, dirigida por el coleccionista e historiador, Tom Rudderham, nos presenta la historia del Titanic desde un punto de vista humano, sencillo, donde diferentes objetos personales, cartas, réplicas, reproducciones de películas, como la famosa Titanic, de 1.997, fragmentos de otros buques de la W.S.L. y piezas recuperadas del pecio, nos van narrando lo ocurrido con una perspectiva realista y emotiva sobre la tragedia.


Entrada a la exposición. Fotografía realizada por la Sociedad Histórica del Titanic en España


Al entrar, nos encontramos con una gran maqueta del Titanic. Esta primera sala nos indica el inicio de la exposición y allí, al mostrar el ticket de entrada, recibes un pasaje similar a los billetes originales del buque con el nombre de uno de los pasajeros que embarcó realmente. Además, por detrás del mismo, podremos leer una breve biografía sobre la persona que te hayan asignado. En nuestro caso, nuestra compañera de viaje fue la pasajera de tercera clase, Carla Christine Nielsine Andersen (Jensen), de 19 años.


Fotografía realizada por la Sociedad Histórica del Titanic en España


Carla era una joven danesa que viajaba a EE.UU. junto con su tío, Niels Tasmus Jensen, su hermano, Svend Lauritz Jensen y su prometido, Hans Peder Jensen. Todos ellos buscaban una vida mejor en el nuevo mundo. La joven pareja tenía la intención de casarse allí y formar una granja con los pequeños ahorros que las familias, con mucho esfuerzo, habían podido reunir. Durante la noche del hundimiento, los chicos, que se encontraban ubicados en camarotes de la parte de popa, fueron a buscarla a la zona de proa y juntos, subieron a la cubierta de botes. Ella pudo subir, probablemente, a bordo del bote salvavidas número 16 y salvar, así, su vida. El resto de su grupo falleció en la tragedia. Estuvo algún tiempo ingresada en un hospital de Nueva York, donde pudo ponerse en contacto con su familia e informar de lo ocurrido. Al recuperarse, Carla, regresó a Dinamarca y nunca volvió a viajar. Falleció en 1.980, a los 87 años, tras una larga y feliz vida. Su única petición fue ser enterrada con el camisón que llevaba durante la tragedia del Titanic. 


Carla Nielsen Andersen (Jensen) Fotografía:  https://www.encyclopedia-titanica.org/


La exposición está dividida por las distintas etapas del viaje del Titanic. La primera parte, que es donde iniciaremos la visita, será la que recoge desde la primera reunión sobre el proyecto hasta la botadura. Mediante varios paneles, se pueden ir leyendo los detalles del proceso. En las diferentes vitrinas encontramos, entre otros, un periódico original de la época, con fecha del 23 de abril de 1.908, en el que se nombran, por primera vez, a los dos colosos, Olympic y Titanic. Además, de diversos objetos y documentos relacionados con todo este periodo, como instrumentos utilizados durante su construcción.

Llegamos al momento de embarcar, por medio de una pasarela que simula la entrada al buque. Allí nos recibirá el "Comandante LeBrock", un actor que, a modo de comedia, nos da la bienvenida y nos explicará algunos datos del viaje. Además, te pedirá la tarjeta de embarque que nos dieron al inicio de la exposición.

Entramos, ya, en el punto en el cual nos centramos en la vida a bordo del Titanic durante los cuatro días de travesía. Aquí podremos observar objetos recuperados del pecio, algunos procedentes, también, del Olympic y otros barcos de la White Star Line, diferentes cartas escritas a bordo y una reproducción del famoso querubín que presidía la gran escalinata de proa. 


Fotografía realizada por la Sociedad Histórica del Titanic en España



En una de las vitrinas podemos encontrar uno de los sillones de cuero verde botella que hallábamos en el comedor principal de primera clase, así como una pequeña mesa con parte del modelo de vajilla que se utilizaba habitualmente para los servicios diarios. Todo ello pertenece al set de la película de 1.997 Titanic, de James Cameron, que recreó con minuciosidad distintas estancias y objetos del buque.


Fotografía realizada por la Sociedad Histórica del Titanic en España


Uno de los fragmentos más interesantes que contiene la muestra, es un pasamanos procedente de la escalinata. Fue recuperado el 26 de abril de 1.912, por el buque cablero C.S. Minia. Dicho barco, fue el segundo fletado por la White Star Line para la recuperación de cadáveres tras la tragedia. Apenas pudieron rescatar 17 cuerpos, pero sí encontraron un campo de restos entre los cuáles estaba dicho pasamanos, entre otras muchas cosas. Si quieres saber más sobre la recuperación de los cuerpos y los buques que fueron enviados para dicha tarea, pulsa aquí.


Fotografía realizada por la Sociedad Histórica del Titanic en España


Una libreta que contiene los tickets para acceder a los baños turcos y eléctricos del Titanic, también forma parte de la exposición. Estaría reservada para los siguientes viajes que, por desgracia, nunca podrían realizarse. Estas visitas estaban exclusivamente disponibles, previo pago, a los pasajeros de primera clase. Su coste era de 1 dólar americano o 4 chelines británicos.


Fotografía realizada por la Sociedad Histórica del Titanic en España


Los baños turcos y eléctricos, eran una declaración de intenciones por parte de la White Star Line. Los habían instalado, por primera vez, en 1.907 en el buque R.M.S. Adriatic. Al ver que funcionaban tan bien entre la élite, siguieron incluyéndolos en su catálogo de lujos. Eran unas estancias perfectamente diseñadas, con el mayor lujo, para otorgar a sus pasajeros más ilustres una espacio de relajación y comodidad. Tenían diferentes horarios, siempre procurando que no hubiera mezcla de sexos, por lo que las damas y los caballeros podrían guardar su intimidad.

En una de las expediciones organizadas por el cineasta, James Cameron, director de la famosa Titanic de 1.997, los exploradores consiguieron acceder a la zona donde se encontraban ubicados, concretamente en la cubierta F. Este viaje está recogido en el documental Ghost of the Abyss y se realizó entre agosto y septiembre del año 2.001. Más tarde, en el año 2.005, regresaron a la zona y pudieron fotografiarla para la posteridad. La estancia aún conservaba la majestuosidad de sus baldosas, inspiradas en el imperio otomano.


Izquierda, imagen de la reproducción de los baños turcos de Honor and Glory.
Derecha, fotografía de los baños turcos en el año 2.005, extraída del libro Exploring the deep, donde se recogen todas las expediciones realizadas por James Cameron al pecio



Entre los objetos más personales y originales que contiene la exposición, está la postal escrita por el pasajero de segunda clase Thomas Cupper Mudd. El joven de 16 años, era el sexto de trece hermanos. Dos de ellos ya habían emigrado a EE.UU., por lo que el chico quiso seguir sus pasos. Embarcó en Southampton el miércoles 10 de abril de 1.912 con un pasaje de segunda clase. Posiblemente lo hizo cargando un millón de sueños y esperanzas de prosperidad.


Thomas Cupper Mudd


Thomas escribió a su madre a bordo del Titanic. Es muy posible que comprase la postal directamente en el barco, de hecho, en la misma, se pueden ver impresas unas líneas en las que nos indica que pertenece a la White Star Line. En la barbería, situada en la cubierta C, se podían adquirir distintos recuerdos y souvenirs del viaje. Ésta, estaba disponible tanto para el pasaje de primera clase como para el de segunda. Probablemente, el joven necesitaba comunicarse con su familia para sentirse más cerca de ellos y tranquilizar a una madre que, seguramente, estaría preocupada y ansiosa por tener noticias de su hijo.

Querida madre, he llegado sano y salvo a Southampton. El Titanic es un barco espléndido, apenas te das cuenta de que se está moviendo. Te escribiré detalladamente más adelante.

Tu amado hijo, Tom.

Nunca volvería a contactar con su ella. Como tantos otros, Thomas Mudd falleció en la tragedia. Su cuerpo nunca fue recuperado. Sus padres demandaron a la White Star Line tras perder a su hijo y recibieron una indemnización, sin embargo, nada podría reparar el dolor permanente que tuvieron el resto de su vida.


La postal original escrita por Thomas Cupper Mudd. Fotografía realizada por la Sociedad Histórica del Titanic en España


Antes de terminar esta zona de la muestra, encontramos un cartel donde se explica una curiosidad que no se suele tratar cuando hablamos del Titanic y su historia. Era muy común en la época, que los buques de pasajeros llevaran consigo un gato que prácticamente formaría parte de la tripulación, pues su cometido era el de prevenir posibles daños que alimañas tales como las ratas y ratones, pudieran ocasionar en el interior del casco. En el caso de nuestro barco, esta gata sería Jenny. La felina había tenido una camada de gatitos durante las pruebas de mar en Belfast y un fogonero que participó en ellas, aseguró haber visto a una gata y sus cachorros abandonando el navío. Sin embargo, Violet Jessop aseguró que la familia de mininos, quiénes vivían en las cocinas, seguían a bordo cuando salieron de Southampton. Probablemente, Jenny y sus gatitos fueron parte de los fallecidos durante la tragedia. Si te apetece saber más sobre los animales que embarcaron al Titanic, pulsa aquí.


Tras finalizar con esta fase, nos introducimos directamente en la tragedia, con el choque y el hundimiento. Aquí encontraremos varios objetos procedentes de la sala Marconi, que pertenecían al Olympic, exactamente iguales a los que tendríamos en el Titanic; una lista con todo lo que debía tener un bote salvavidas, unos prismáticos y una gorra de Capitán de distintos navíos de la White Star Line, así como un banco, donde los visitantes podían sentarse, decorado como un bote salvavidas.

En este punto de la exposición, en el cuál nos transportamos al momento del hundimiento y rescate, tendremos el disfrute de observar diferentes objetos pertenecientes a pasaje y tripulación, y otros que pudieron ser claves, con gran valor histórico y emocional. Detallamos algunos de ellos en profundidad.

Un negativo original con la fotografía de un iceberg, quizás, el que rozó al buque convirtiéndolo en leyenda. Como ya comentamos en esta entrada, existen diferentes imágenes de témpanos, realizadas por diversos curiosos, que dicen ser el que hundió al Titanic. Sin embargo, ninguno de ellos se ha podido identificar al 100% como tal. En este caso, encontramos la fotografía que se realizó desde el buque cablero C.S. Minia, por su Capitán William Squares DeCarteret.


Fotografía realizada por la Sociedad Histórica del Titanic en España


En esta zona encontramos, también, una vitrina dedicada al fogonero William James Major. Conocido por sus cercanos como Wally, tenía 32 años y llevaba prácticamente toda su vida trabajando en las calderas de distintos buques, lo cual era lo natural, teniendo en cuenta que había nacido en Southampton. Llevaba seis años casado con su esposa, Rose Edwards y la pareja había dado la bienvenida a su primera hija, Rose Annie, en 1.907. Su último barco antes del Titanic fue su hermano gemelo, el Olympic, por lo que, probablemente, fuera trasladado para el viaje inaugural. Se despediría de su mujer y su pequeña en su casa, situada apenas a unos minutos del puerto, y embarcaría, sin saberlo, en la que sería una de las tragedias marítimas más famosas de la historia.


William James Major. Fotografía: https://www.encyclopedia-titanica.org/


Wally sobreviviría al hundimiento a bordo del bote 13, siendo uno de los pocos fogoneros en salvarse. Se mantuvo ganándose la vida en el mar hasta la década de 1.920. El matrimonio tuvo otro hijo, William James, tan sólo dos años después del hundimiento del Titanic. Wally falleció en su ciudad natal, Southampton, el 10 de septiembre de 1.960, a los 80 años. Fue enterrado allí. Su hija se casó en 1.927, con un hombre llamado Albert Dawson, por lo que su nombre de pila fue Rose Dawson hasta su fallecimiento, en 1.994. Curiosamente, es el mismo nombre que daría el personaje de Kate Winslet en la famosa película, Titanic, de James Cameron. Si quieres saber la historia real de Rose y Jack, pulsa aquí.

En la vitrina podemos observar diferentes objetos personales pertenecientes a Major, entre los cuáles destaca una fotografía, posiblemente donada por los descendientes, de la que no se tenía constancia. También encontramos un reloj, un botón con la bandera de la White Star Line, que utilizaría en los uniformes utilizados durante su época de fogonero y una herramienta de madera que se usaba para abrir cabos.



Fotografía realizada por la Sociedad Histórica del Titanic en España


Como homenaje a todos los trabajadores de calderas y a aquellos miembros de la tripulación que, con su trabajo, hacían que el buque pudiera navegar, encontramos un gran trozo de carbón recuperado del pecio, en la expedición de 1.996 fletada por la empresa R.M.S. Titanic I.N.C. Varios fragmentos de carbón, procedentes de distintas expediciones, han sido comercializados durante años en diferentes exposiciones dedicadas al Titanic. Actualmente aún pueden ser adquiridos en exposiciones como Artifact y en plataformas como Ebay.



Fotografía realizada por la Sociedad Histórica del Titanic en España


Probablemente, no existe ninguna historia más legendaria ni más conocida referente al buque de los sueños que la de la orquesta del Titanic, con sus músicos tocando hasta el último momento. Y, como no podía ser de otro modo, en esta exposición, encontramos un artefacto directamente relacionado con ellos. Se trata de una partitura que, presumiblemente, fue encontrada en una carpeta de  cuero que el mismísimo Wallace Henry Hartley, llevaría consigo, en un maletín del mismo material, en el momento del hundimiento.


Fotografía realizada por la Sociedad Histórica del Titanic en España


Hartley, de 33 años, había embarcado en Southampton como pasajero de segunda clase. Los músicos no eran reconocidos como tripulación, si no que se les consideraba pasajeros rasos. Una empresa externa, con un convenio con la White Star Line, les proveía de intérpretes y era ésta quiénes los mantenía en nómina. 
Wallace, haría las veces de director de un quinteto de cuerda formado por John Frederik Preston Clarke (violín), John Law Hume (violín), Percy Cornelius Taylor (violonchelo) y John Wesley Woodward, (violonchelo). Tocarían en los servicios religiosos, durante la hora del té o tras la sobremesa, entre otros. Además, el buque contaba también con los servicios musicales de William Theodore Ronald Brailey (piano), Georges Alexandre Krins (violín) y Roger Marie Bricoux (violoncelo). El trío amenizaría las veladas en el café Parisien y el restaurante A la Carte. 


Los ocho miembros de la banda del Titanic. Fotografía: https://es.wikipedia.org/


Los ocho miembros de la banda del Titanic, fueron vistos, según varios testimonios de supervivientes, tocando diferentes temas hasta los últimos momentos del buque. Todos perecieron ésa noche, iniciando, así, su leyenda. El C.S. Mackay-Bennett, fue el primer buque fletado por la compañía White Star Line para recuperar cuerpos, halló el cadáver de Clarke, Hume y el del director, Wallace Hartley. Los tres pudieron ser identificados gracias a diferentes objetos que llevaban consigo. En el caso de Hartley, según su archivo, fue encontrado portando una estilográfica de oro, un anillo, una pitillera de plata, una caja de cerillas que estaría marcada con sus iniciales, W.H.H., un telegrama, un reloj de níquel, una cadena de oro, una boquilla para puros también de oro, tijeras y algunas monedas sueltas. Sin embargo, tras una larga investigación por parte de algunos renombrados historiadores como Jack Eaton y Charlie Haas y la famosa casa de subastas, especializada en objetos relacionados con la tragedia, Henry Aldridge and Son, se determinó que Wallace Hartley fue encontrado, además, con una bolsa de cuero que contenía un violín y algunas partituras, también protegidas en una carpeta de cuero. El primero fue vendido por más de un millón de dólares en el año 2.013. La composición musical, llamada Starland Intermezzo, es una pieza de Will G. Markwith con arreglos de Henry L. Alford y publicada un año antes de la tragedia, en 1.911, por el Will Rossiter Band and Orchestra Club. La Sociedad Británica del Titanic, consiguió, hace apenas unos años, recrear dicha pieza tal y como se habría oído en la época. Probablemente, esta versión, nunca habría vuelto a ser escuchada desde entonces.




Continuando con los objetos personales, podemos también disfrutar de una funda de cuero, que servía para guardar una pequeña libreta, que fue hallada junto con el cadáver del joven Thomas Mullin, un mayordomo de 20 años que en el Titanic trabajaba en tercera clase. 


Fotografía realizada por la Sociedad Histórica del Titanic en España


Nacido en Maxwelltown, Dumfries,Escocia, era el primer hijo del matrimonio formado por Charles y Mary Jane Mullin. La pareja tendría otros cuatro hijos más. Tanto sus hermanos como él, se formaron en la escuela St. Michael's, curiosamente, la misma en la que también estudiaría John Law Hume, miembro de la orquesta del Titanic. Es muy posible que tanto Thomas como John se conocieran previamente al viaje.


Thomas Mullin. Fotografía: https://www.encyclopedia-titanica.org/


Thomas comenzó a trabajar en la industria textil, concretamente en un molino, junto a su padre. Fue ascendiendo lentamente, sin embargo, debido a un problema de visión, el chico tuvo que cambiar de sector y acabó siendo mayordomo en distintos navíos. Sus padres habían fallecido con apenas unos meses de diferencia, por lo que el sustento principal recayó en él. Sus hermanos se quedaron viviendo en casa de su abuela materna, en su Dumfries natal, pero Thomas tuvo que abandonar su tierra y en 1.911 ya vivía en Southampton, en casa de una tía. Justo antes de embarcar, el joven había enviado una libra a su familia, algo que solía hacer en cuanto podía. Sería la última vez que lo haría. Como tantos otros, falleció en la tragedia. Su cuerpo fue recuperado por el C.S. Minia y enterrado, finalmente, en el cementerio de Fairview, Halifax, Canadá. En Dumfries, el lugar donde crecieron tanto él como John Law Hume, se les levantó un monumento de unos 5 metros de altura en su honor. En la placa se puede leer:

En memoria de John Law Hume, miembro de la orquesta y de Thomas Mullin, mayordomo, ambos nativos de este pueblo, que perdieron la vida en el naufragio del transatlántico de la White Star, "Titanic", hundido en medio del Atlántico el 14 de abril de 1.912. Murieron en su puesto de servicio.


Memorial en honor a Thomas Mullin y John Law Hume en Dumfries, Escocia. Fotografía: https://es.wikipedia.org/


La exposición también cuenta con una pieza muy simbólica en relación al rescate de los supervivientes de la catástrofe. Se trata del megáfono personal de Arthur Rostron, el Capitán del R.M.S. Carpathia, el cuál, presumiblemente, llevaba consigo durante el encuentro del buque con los pequeños botes que transportaban a las 712 personas que habían logrado salvarse. Podemos, al verlo, imaginar como Rostron podía dar instrucciones durante el ascenso de los supervivientes a bordo.


Fotografía realizada por la Sociedad Histórica del Titanic en España


Para finalizar, podemos también contemplar diferentes partes de varias tumbonas del Titanic que habían sido recuperadas, también, por el C.S. Minia.


Tras el trágico naufragio, son varias las películas que se han rodado contando su historia. Es aquí donde se centra esta zona de la exposición. Hallaremos diferentes objetos y réplicas que pertenecen a varios films dedicados al Titanic, como una reproducción del Corazón de la Mar. Además, hay algunos maniquíes con trajes que reinterpretan parte del vestuario de Titanic, 1.997, de James Cameron y el guión original de la película ¡Rescaten al Titanic!, de 1.980.

El objeto más interesante de esta parte es el cuaderno de notas que utilizaría Victor Garber, el actor que interpretó el papel de Thomas Andrews, constructor del Titanic, en la famosa película de Cameron. El verdadero Andrews, llevaba consigo uno de las mismas características, donde registraría todo aquello de su interés referente al viaje. Dado que era la travesía inaugural, podemos imaginarle anotando minuciosamente cada detalle con los cuales no estaría conforme y quisiera perfeccionar para los siguientes cruceros, que nunca pudieron darse.


Izquierda. Victor Garber, caracterizado como Thomas Andrews, con su cuaderno en Titanic 1.997
Derecha. Cuaderno original de la película. Fotografía realizada por la Sociedad Histórica del Titanic en España


La penúltima parte de la muestra, estaría dedicada a las diferentes expediciones que se han realizado tras el descubrimiento del pecio por Robert Ballard en el año 1.985. Se puede observar el uniforme utilizado por uno de los historiadores de la exposición, durante su descenso a los restos del Titanic. Además, cuentan con pequeños fragmentos del casco y varios rusticles, así como objetos que detallaremos a continuación.

Una pequeña jarra de primera clase, que se usó tanto en el Olympic como en el Titanic y era utilizada para los servicios de té y café, ya que con ella se servía la leche o la crema, es una de las joyas de la corona de la exposición. Extraída del naufragio a finales de la década de 1.990, es una de las pocas piezas procedentes de las ruinas del buque que no pertenece a una exhibición propiedad de la I.N.C. Titanic


Fotografía realizada por la Sociedad Histórica del Titanic en España


Su diseño es muy especial, se fabricó en Liverpool en la empresa Spode Copeland y en su base puede leerse White Star Line, Stonier and Co. Estaba rodeada de una guirnalda de delicadas rosas, patrón llamado "English Rose"; en su asa y sus rebordes, se decoraba con pan de oro. No existen apenas piezas rescatadas del Titanic procedentes de esta vajilla, lo que hace que sea muy exclusiva. No se sabe con certeza si pertenecía al servicio del Verandah and Palm Court Café o bien era parte del Café Parisien. La pequeña jarra está bastante bien conservada, incluso, puede apreciarse cómo serían las flores que lo decoraban. Fue adquirida por el coleccionista e historiador, Tom Rudderham, para la White Star Line Heritage, Titanic Exhibition, en el año 2.020.


Jarra procedente del Olympic, igual a la expuesta en la exposición. Fotografía: https://www.titanicmuseum.org/



Tres piezas de escombros procedentes de los restos, también forman parte de esta última fase de la exposición. Se trata de tres fragmentos recuperados en el año 1.996 por accidente. La expedición estaba tratando conseguir algunas muestras del lecho donde se encuentra el pecio del Titanic y, al arrastrarlo, se llevaron, también, estos tres trozos de historia. Uno de ellos es un vidrio de gran grosor que, seguramente, provenía de una de las portillas del buque. También, una fracción de metal que ha sido imposible de determinar su procedencia y un segmento circular de porcelana que, se cree, era parte de un interruptor de luz de un camarote.


Fotografía realizada por la Sociedad Histórica del Titanic en España


Por último, nos encontramos un pedazo del pecio del Titanic, en el que se puede apreciar levemente la pintura que tenía originalmente. Fue rescatado en 1.998 y procedía de las cocinas de primera y segunda clase, ubicadas en la cubierta D. Se encuentra bastante dañado, debido al inevitable crecimiento de los rusticles, provocados por la bacteria Halomonas Titanicae. Es, posiblemente, uno de los pocos fragmentos del buque que aún conserva parte de la pintura.


Fotografía realizada por la Sociedad Histórica del Titanic en España


Como es habitual en la mayoría de las exposiciones dedicadas al Titanic, la última zona, que es donde acabaremos el recorrido, es la sala memorial. Aquí, podremos observar a los grandes protagonistas de la tragedia, su pasaje y tripulación, con nombres y apellidos. Además, cuentan con un collage donde se pueden ver diferentes fotos que también pertenecen a las personas que iban a bordo. Los nombres que se encuentran en la parte superior de las listas, divididas por clases y tripulación, son de los 712 supervivientes. En la parte inferior, podremos leer los 1.496 nombres de las personas que perdieron su vida en el naufragio. Este método hace que se vean muy gráficamente las grandes diferencias de fallecidos entre clases. El memorial es, sin duda, la parte más emotiva de la visita, donde reinan el silencio y la reflexión.


Fotografía realizada por la Sociedad Histórica del Titanic en España


Finalizamos la visita en una pequeña tienda, donde se podían destacar diferentes objetos habituales de merchandasing, tales como bolígrafos, pines, cuadernos etc. También se pueden adquirir en ella algunos libros y la guía de la exposición, muy recomendable, donde se plasman muchos de los objetos y restos que hemos ido observando a los largo del recorrido y su historia, así como su procedencia.

Resulta una muestra pequeña, sencilla y humilde que, sin embargo, se encuentra llena de detalles. Contiene muchos objetos de gran valor histórico y emocional, además, se puede percibir el tiempo dedicado a ella y el trabajo que hay detrás de sus historiadores y coleccionistas. Está perfectamente documentada y enfocada en lo que, consideramos, es lo más importante, los protagonistas de la historia, su pasaje y su tripulación. Está hecha con cariño, mimo y mucha dedicación y, sin lugar a dudas, merece mucho la pena que sea visitada.

Nota 4.5/5



[Sociedad Histórica del Titanic en España]