Son
las 6 de la mañana del miércoles 10 de abril de 1.912 y todo está listo para
que el gran coloso que espera en el muelle 44, zarpe rumbo a su primera escala
en Cherburgo.
El Titanic espera impaciente su primera viaje inaugural desde el muelle 44 del puerto de Southampton, Inglaterra
Thomas Andrews, el constructor,
llega media hora más tarde. Se siente emocionado. Por fin su gran creación, su
gran pasión va a enseñarle al mundo lo que puede hacer. Poco antes le había
escrito una carta a su mujer Helen donde le decía,
"Mañana
será reconocido al fin nuestro trabajo, el Titanic navegará por primera
vez”
Hacía un par de noches que ella misma había podido comprobar el orgullo de Thomas por ese buque, sin embargo para Helen no era un motivo de alegría precisamente, le pareció una completa maravilla pero se sentía inquieta, demasiado inmenso, demasiado imponente, demasiado titánico.
Sus peores temores se verían
cumplidos cinco días después. Su marido, de 39 años, moriría con su
querido Titanic, dejándola viuda y con una niña de tan sólo año y medio.
Thomas Andrews
A las 7,30 llega el Capitán Smith a bordo de un taxi. A las 8,00 ordenaría
poner en marcha el motor de popa. Para
Edward John Smith el viaje inaugural del Titanic sería, probablemente, el
último. Había aceptado dirigirlo tras haber sido capitán de su hermano gemelo,
el Olympic. Sin embargo pretendía que éste fuese el colofón a su carrera, iba a jubilarse y disfrutar de su familia. Tenía
62 años y una hija de tan sólo 14 años. La dejaría huérfana de padre en menos
de 5 días. El "Capitán de los Millonarios", como era conocido, se
hundiría con su barco.
Capitán Edward John Smith
El tren llegó a las 9,30,
transportaba sobretodo a pasajeros de segunda y tercera clase. Éstos subirían
al buque a través de dos entradas diferenciadas en la cubierta C. En sus
camarotes nada más llegar, estarían esperándolos unas camas completamente a
estrenar, con sus sábanas y toallas nuevas y un plano del barco que les
ayudaría a situarse en las estancias que les correspondían.
Carl Olof Jansson, un sueco de
tercera clase de 21 años, había llegado el martes día 9 desde Parkeston, Inglaterra. Lleva
tras de sí un viaje casi de película. Se había marchado de su Suecia natal
prácticamente sin avisar, no había recibido los permisos para emigrar y toda la
documentación necesaria había tenido que ser obtenida de manera ilegal.
Durante su trayecto había
conocido a otros dos compatriotas, August Wennerstöm y Gunnar Isidor Tenglin,
de quien se haría un gran amigo. Todos ellos estaban comprometidos con el
socialismo y, como él, August había huído del país. En un
principio iban a viajar en el Adriatic, pero la huelga de carbón hizo que
fueran transferidos al gran coloso.
En el
puerto Carl, August y Gunnar, conocieron a otros dos suecos también socialistas,
ellos eran Johan Charles Asplund y Einar Gervasio Karlsson. Los cinco
hombres se hicieron inseparables y se convirtieron en grandes amigos.
Atrás, de izquierda a derecha, Johan
Charles Asplund, Gunnar Isidor Tenglin y Einar Gervasius Karlsson. Delante, de izquierda a derecha, August Wennerström y Carl Olof
Jansson.
Jansson describió así la mañana
del miércoles 10 de abril.
“…En
el puerto de Southampton todo el mundo estaba boquiabierto. Miles de personas
curiosas se agolpaban para ver al buque más grande y elegante del mundo que iba
a hacer por primera vez su ruta hacia Nueva York.
Los
emigrantes fuimos alineados en largas filas. Íbamos uno a uno con las mangas
subidas para que los oficiales pudiesen comprobar que ya habíamos sido
vacunados y, ¡ay de aquellos que no podían mostrar bien sus marcas!, éstos eran
enviados para ser pinchados de nuevo. Yo escapé como pude. Hubo varios
compañeros a los que se les hinchó el brazo y yo tenía cuatro grandes y
dolorosas marcas.
En una
hora todo había terminado. Quedamos al fin listos para embarcar en el buque de
vapor más grande del mundo, el Titanic.
Al
entrar nos permitieron ir a nuestros camarotes. El mío estaba amueblado con dos
literas para cuatro hombres. Era muy luminoso y bonito. Muy agradable…”
Tanto
Carl como el resto de sus amigos tendrían la suerte de sobrevivir al Titanic,
sin embargo sus vidas jamás volverían a ser las mismas.
Carl Olof Jansson
Para la familia Collyer, pasajeros de segunda clase, el
viaje significaba muchas cosas. Harvey, su mujer Charlotte, ambos de 31 años, y
su hija Marjorie, de 8 años, dejaban para siempre su Inglaterra natal. Habían
vendido todas sus posesiones, absolutamente toda su vida y sus esperanzas se
encontraban a bordo del Titanic.
Los Collyer viajaban a EEUU con destino a Idaho, una
población a la que varios de sus amigos habían emigrado años atrás y donde
habían conseguido un gran éxito con granjas de frutas. Ellos en principio nunca
se habían planteado dejar su casa para marcharse al nuevo mundo, pero tras
superar Charlotte la temida tuberculosis, creyeron que un cambio de aires sería
estupendo para toda la familia.
Harvey, Marojorie y Charlotte Collyer
Charlotte Collyer describió así al buque.
"El Titanic era maravilloso,
mucho más espléndido y grande de lo que había soñado. Los otros barcos en el
puerto parecían pequeñas conchas a su lado, y eso que eran los barcos de la
American y de otras navieras que hacía unos años parecían enormes. Recuerdo que
un amigo me dijo -¿No tienes miedo de aventurarte en el mar?- Pero
entonces era yo quien estaba confiada. -¿Qué? ¿En este barco?- respondí. -Ni la
peor tormenta podría dañarlo..."
Apenas 5 días después no habrían
perdido sólo todas sus posesiones materiales. Harvey moriría en el Titanic
dejando a su mujer y su hija completamente desamparadas.
Charlotte y Marjorie Collyer tras el hundimiento del Titanic
El matrimonio Straus, él de 67 años y ella de 63, llegó al
puerto de Southampton con su doncella, Ellen Bird y su mayordomo John Farthing.
Atrás quedaba uno de sus habituales viajes por Europa. Su hija Beatrice les
había acompañado, sin embargo regresó a América en otro buque.
La anciana pareja subió a bordo
del Titanic directos a su exclusivo camarote ubicado en la cubierta C,
concretamente el C-55/57. Una ilusionada Ida escribió una carta a su amiga Mrs
Burbidge.
"¡Vaya barco! Tan enorme y
tan magníficamente nombrado. Nuestras habitaciones están decoradas con el mejor
de los gustos y lo más lujoso. Realmente son dormitorios, no camarotes."
Esta misiva fue enviada el 11 de
abril, tras la parada del Titanic en su última escala en Queenstown, Irlanda.
El matrimonio propietario de los
grandes almacenes Macy`s no volvería a pisar tierra firme.
Su leyenda ya forma parte de la
memoria colectiva del Titanic.
Ida se encontraba esperando junto a su doncella para poder embarcar en el bote 8, cuando un oficial le dijo a Isidor que siendo un anciano nadie le negaría la entrada. Él no quiso subir alegando que era un hombre como todos los demás. Finalmente Ida le entregó su abrigo de pieles a Ellen Bird y se volvió a su marido diciendo "hemos pasado juntos toda la vida y así seguiremos, donde tú vayas, yo iré". Ambos perecieron en el desastre. También su mayordomo John Farthing.
Ida se encontraba esperando junto a su doncella para poder embarcar en el bote 8, cuando un oficial le dijo a Isidor que siendo un anciano nadie le negaría la entrada. Él no quiso subir alegando que era un hombre como todos los demás. Finalmente Ida le entregó su abrigo de pieles a Ellen Bird y se volvió a su marido diciendo "hemos pasado juntos toda la vida y así seguiremos, donde tú vayas, yo iré". Ambos perecieron en el desastre. También su mayordomo John Farthing.
Isidor e Ida Straus
Lawrence Beesley viajaba a Nueva York para visitar a su hermano, viudo y con un niño pequeño. Tenía 34 años y embarcaba al Titanic como pasajero de segunda clase.
Justo
antes de partir, algunos pasajeros de segunda clase tuvieron la oportunidad de
observar de primera mano, algunas de las estancias de primera clase. Lawrence
Beesley fue uno de los afortunados y probó entusiasmado varios aparatos de
ejercicio que se encontraban en el gimnasio.
Lawrence Beesley en el gimnasio del Titanic
Desde la cubierta del buque, pudo
obsevar como retiraban las pasarelas y cómo varios fogoneros, que llegaban
tarde a la cita, eran despedidos fulminantemente. Habían sido sustituidos por
otros hombres que habían acudido al puerto con la esperanza de encontrar un
trabajo.
En una carta escrita a su hija
Kit, Beesley describe así el buque.
El Titanic está listo para
partir. Varias embarcaciones se encuentran ancladas justo a su lado, paradas
debido a la huelga de carbón que se estaba produciendo esos días. Uno de los
barcos que allí estaban era el New York. Cuando la proa del coloso se acercó
peligrosamente al pequeño New York los amarres de éste cedieron y finalmente se
soltó de su ubicación para dirigirse peligrosamente al costado del Titanic.
Lawrence Beesley, que contempló
toda la escena, describió el sonido como "de disparos". Después
explicaría todo el suceso en la misma carta a su hija.
Incidente con el New York. Ilustración perteneciente al libro "El Titanic, una historia ilustrada" de Don Lynch y Ken Marschall
Finalmente el suceso queda en un
susto, el New York es retirado y la proa del Titanic empieza su destino. El retraso
producido por este incidente es de una hora.
Lawrence Beesley sobreviviría al
naufragio a bordo del bote 13.
Lawrence Beesley
Para muchos el problema con el
New York fue un presagio horrible de lo que estaría por suceder, pero esta es
otra historia.
El Titanic por fin inauguraba
su primer viaje transatlántico. Se dirigía raudo hacia el puerto de Cherburgo,
Francia, donde varios pasajeros esperaban para embarcar. Sin embargo, debido al
problema con el New York, llegaba con retraso.
Como el buque era demasiado
grande para hacer su parada en el puerto, el remolcador Nomadic se encargaría
de trasladar a los pasajeros de primera y segunda clase.
Durante esta corta travesía se
produjo un pequeño incendio en la sala de calderas número 5, allí al menos diez hombres hombres se
encargaron de apagarlo.
Cuando el Titanic finalmente llega a Cherburgo ya ha anochecido.
El Titanic junto al Nomadic en un cuadro del historiador gráfico, Ken Marschall
Varios pasajeros, entre los que
destaca el matrimonio formado por John Jacob Astor, de 47 años, y Madeleine Talmadge Force, de 18 años, están hartos de la espera. Astor se siente indignado ante el retraso y no duda
en comunicárselo a todo aquel que quiera oírle. Su joven esposa se encuentra embarazada
de 5 meses y la espera la tiene tremendamente cansada.
Los Astor suben al Nomadic, donde
serían trasladados finalmente al buque que les llevaría a su destino, Nueva
York. Ocuparían los camarotes C-62/64.
Tan sólo 4 anocheceres después
Madeleine tendría que despedirse de su marido, a quien no le permitirían subir
al bote salvavidas número 4. Quedaría viuda esa misma noche.
Madeleine y John Jacob Astor
El transbordador es pequeño pero
muy confortable. Forrado con madera, todas las estancias desprenden un aire de
elegancia y lujo sobrio. En la actualidad esta pequeña embarcación se encuentra
en su lugar de origen, Belfast y es el único barco superviviente de la naviera
White Star Line. Ha sido restaurado y puede ser visitado.
El Nomadic en la actualidad
Para la familia Laroche,
residentes en París, la espera también había sido larga. Como pasajeros de
segunda clase, llevan esperando a embarcar varias horas.
Han acudido al
puerto de Cherburgo en un tren y sus dos pequeñas hijas, Simonne de 3 años y
Louise de 1, están ya muy cansadas. Además su madre Juliette, de 22 años, se encuentra embarazada, por lo que seguramente el agotamiento ha hecho mella en ella.
Para el patriarca, Joseph, un ingeniero haití de 25 años, todo estaba a punto
de cambiar para mejor. En París, debido a su color, no había conseguido encontrar un
trabajo con el que poder mantener decentemente a su esposa e hijas . La discriminación
racial era evidente en la época y la familia había pensado en emigrar a Haití,
país natal de Joseph. Sin embargo el embarazo de Juliette cambió los planes y
los Laroche, finalmente, decidieron partir a EE.UU. antes de que el estado de
gestación fuese más avanzado.
Joseph Laroche fue, posiblemente,
la única persona negra que embarcó en el Titanic. Su mujer y sus dos hijas
salvarían la vida a bordo del bote 14, sin embargo él moriría en la tragedia.
De izquierda a derecha, Simonne, Juliette, Louise y Joseph
Tras recibir a los nuevos
inquilinos, el Titanic zarpó con destino a su última parada, en
Queenstown (actual Cobh), Irlanda, de donde al día siguiente partiría
finalmente a su viaje final, rumbo a la eternidad.
El miércoles 10 de abril de 1.912
fue un día de emociones, ilusión, nerviosismo y sobretodo un día repleto de
sonrisas, sueños y esperanzas. Muchas de ellas iban a bordo del Titanic y la
mayoría se quedaron con él. Hoy, 103 años después, recordamos las vidas de
algunos de ellos, con la intención de que, aunque sólo sea durante este rato de
lectura, podamos volver a disfrutar con ellos de este hermoso momento, permitiéndoles así volver a vivir.
[Irene Hernández Rodríguez]
Enhorabuena por su trabajo! Podrían decirme cual es la fuente original de la descripción de la mañana en el puerto de Carl Oloff Jansson?
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