William Henry Allen nació a principios del año 1.873 en el barrio de Lenton, Notthingham, Nottinghamshire, Inglaterra. Fue el primer hijo del matrimonio formado por Alfred Allen, nacido en 1.849 y su esposa, Hannah Selina Hunt, nacida en 1.851. La pareja se había casado durante los primeros meses del año 1.873 y eran originarios de Birmingham, que se encuentra a unos 118 km de Notthingham.
Pronto se convertiría en hermano mayor, dando la bienvenida, al año siguiente, a su hermano, George Alfred, quién nacería en 1.874. Posiblemente, ambos, serían bautizados en Coventry, Warwickshire, el 30 de julio de 1.876, junto con el tercer miembro de los Allen, Arthur Archivald, que nacería ése mismo año.
La familia se
completaría en los años posteriores con tres niñas, Florence Louise, nacida en 1.878,
Gertrude Miriam, nacida en 1.887 y Elsie, nacida en 1.893. Con tantos miembros,
podemos aventurar que la infancia de William estaría llena de juegos y
confidencias entre hermanos, probablemente, con nuestro joven protagonista como
líder, ya que era el mayor.
Toda la unidad
doméstica, aparece, por primera vez, en el censo del año 1.881, donde se les
ubica residiendo en el número 34 de Leicester Street, St. Anns Well Road, Notthingham,
lo que nos indica que se quedarían residiendo en la misma zona donde nació su
primogénito, William.
Calle de
Leicester, tal y como se vería entre 1.960-1.970. Aquí pasaría su infancia
William Allen. Fotografía:
St. Anns Well
Road, era un barrio obrero donde los hijos de sus habitantes se reunirían para
jugar juntos en la calle, mientras sus padres trabajaban arduamente para
sacarlos adelante. Existe, curiosamente, un lugar web donde algunos de sus
antiguos residentes, suben fotografías del lugar tal y como se encontraba en
las décadas de 1.940 y 1.970. Por desgracia, toda la zona fue demolida en la
década de 1.970. Se perdieron, así, todas las casas que habían sido construidas
casi un siglo antes y donde tantas familias humildes, con bajos salarios,
criaron a sus hijos, entre ellas, los Allen.
Plano de
una vivienda tipo de Leicester Street. Muy similar sería la que habitaría un
joven William Allen y su familia en 1.881. Fotografía:
Alfred, el padre de William, trabajaba como tornero,
posiblemente, fabricando herramientas. Más adelante, conseguiría ascender a
capataz de fábrica, lo que, probablemente, le daría un mejor salario para
mantener a su esposa y sus seis hijos.
Diez años más tarde, en 1.891, con un William ya de unos
18 años de edad, el censo nos indica que toda la familia se había trasladado al
número 5 de Addington Road, Radford, Nottingham. Este barrio sería muy similar
al anterior, con pequeñas viviendas unifamiliares que eran habitadas por
trabajadores y sus familias.
El número 5 de Addington Road en la actualidad. Fotografía:
Era muy normal que los hijos varones, y más los
primogénitos, acabasen en empleos del mismo gremio que el de su progenitor, por
lo que William comenzaría, seguramente bastante joven para los estandartes
actuales, a trabajar en el sector.
Hacia 1.900, el
matrimonio y sus dos hijas menores, Gertrude y Elsie, finalmente se marchan a
la capital, Londres, concretamente al municipio de Hackney. Tanto William como
sus tres hermanos mayores, no se mudaron junto a sus padres y hermanas. Todos
ellos ya tenían edades aptas para trabajar y habrían empezado ya su
independencia y sus propias vidas.
En el censo de
1.901, William Henry Allen, de unos 28 años, aparece residiendo en el número
114 de Cremorne Road, en Nottingham. Allí vivía en condición de inquilino, algo
muy habitual, del matrimonio Rigby. Para mantenerse, trabajaba como aprendiz de
mecánico de máquinas.
Fue allí donde
conocería a Florence Ann Rigby, la hija de sus caseros, con quien se casaría en el año 1.906, tras
varios años de relación. Florence, de 29 años, había nacido en Derbyshire.
También de este mismo municipio, era oriundo George Herbert Hinckley, un
mayordomo de baño de primera clase, del cuál se dice, según prensa de la época,
William Allen era su mejor amigo. No he encontrado otras evidencias que puedan
certificar este hecho, ni he hallado pistas que indiquen que esta relación
realmente existía. Es posible que ambos coincidieran trabajando en algún
momento de sus vidas.
Para 1.911,
cinco años después de su boda, el censo indica que William residía en Kingsway,
Coventry y allí trabajaba como fabricante de herramientas, más concretamente,
de tuercas y tornillos. Es curioso que su esposa, Florence, consta en ése mismo
año viviendo, aún, con sus padres. Esto se puede deber a que ella no cambiase
oficialmente su residencia, o que realmente él, por trabajo, se mudase allí
temporalmente. Sin embargo, la prensa de la época y el último registro, sitúa al
matrimonio viviendo juntos en 1.912, en el número 78 de Queen’s Road,
Erdington, Birmingham. No tenían hijos.
El 78 de Queen`s Road, en Birmingham, en la actualidad. Fotografía: https://www.google.es/maps
Esta era la
casa del tío materno de William, Fred Hunt, hermano de su madre. Probablemente,
William trabajaba para entonces, en la fábrica de municiones Birmingham
Metal and Munitions Co., donde, se cree, pudo coincidir trabajando con
George Hinckley.
Quizás fuera
durante su etapa aquí, cuando William decidiría que era el momento de cambiar
toda su vida. Su tío, William Henry Allen, hermano mayor de su padre, y al que,
seguramente, debía su propio nombre, había sido un exitoso propietario de una
fundición de hierro. En la década de 1.870, la empresa se había ido a pique
tras haber administrado material para la construcción de un puente prefabricado
para el río Ohio, en EE.UU. Éste se había derrumbado y el Tribunal Superior de
Londres le había demandado, dejando el negocio en la ruina. Tras volver a
reunir algo de dinero, él y su familia, con mucho esfuerzo, se trasladaron a
América en 1.881, donde recuperaron, poco a poco, la prosperidad.
Podemos intuir
que su tío y su padre, habrían mantenido el contacto a pesar de la gran
distancia que los separaba, nada menos que todo un océano. Seguramente, éste
sería el gran detonante para que William, de 39 años, finalmente tomase la
decisión más determinante de su vida. Se mudaría a EE.UU., donde sería recibido
por su tío paterno y, allí, todo iría mejor. Lo que opinaba de eso su esposa,
no podemos saberlo. Quizás ella esperaba acompañarle cuando él, unos meses
después, consiguiese algo de estabilidad.
Sea como fuere,
William Henry Allen se dirigía al número 593 de Eleventh Avenue, Manhattan,
Nueva York, donde presumiblemente vivía su tío con su familia. Solía ser muy
habitual que varios miembros de una misma familia, en muchas ocasiones sólo
varones, iniciaran el viaje hasta América, donde, tras estabilizarse, se reencontrarían
allí con sus esposas e hijos. En este caso, también fue así.
Existe
constancia de que un primo, problemente de la rama paterna de William,
William Hopper y un amigo de éste, Claude Kent, habían comprado para viajar
juntos, tres billetes de tercera clase en el Titanic. Sin embargo, y por
motivos que se desconocen, los dos pasajes de Hopper y Kent fueron cambiados,
en el último momento, para finalmente viajar a bordo de otro buque, el R.M.S.
Sismic, que saldría un día antes.
Los inmigrantes no solían regresar nunca a su tierra. No por falta de ganas, si no por economía. Posiblemente por este motivo, William pasaría sus últimos días en Inglaterra en casa de sus padres, en Albert Cottage, Pembury Road, Clapton, Londres. Desde allí, y tras despedirse, se dirigiría al puerto de Southampton, donde su futuro le esperaba. Podemos imaginarlo delante del gran buque, el miércoles 10 de abril de 1.912, con su maleta de cuero en la mano, llena de algunas prendas de ropa doblada con cuidado y recuerdos de toda su vida, pisando, por última vez la tierra que le vio nacer.
El Titanic, amarrado en el muelle 44
de Southampton, espera iniciar su viaje inaugural. Fotografía: https://es.wikipedia.org/
También embarcaría en
Southampton, George Hinckley, él, en calidad de miembro de la tripulación,
concretamente como mayordomo de baño. Si realmente eran amigos, como algunas
informaciones aseguran, sabrían de la presencia del otro a bordo y,
seguramente, incluso pudieran encontrar algún momento para compartir
confidencias durante el viaje. Pudieron haberse visto en la sala común de
tercera clase, donde William pasaría gran parte de la travesía, coincidiendo y
relacionándose con otros pasajeros de tercera clase.
La sala común de tercera clase, con sus míticos bancos de madera, tenía un acceso, también, a la zona de paseo para los pasajeros en la cubierta C. Fotografía: Demo 401, Titanic, Honor and Glory. https://www.titanichg.com/
Tanto William
Henry Allen, como George Hinckley, fueron dos de las 1.496 víctimas que el
Titanic se llevaría consigo durante su hundimiento. El cuerpo de William nunca
fue identificado o hallado. El cadáver de George, sin embargo, sí pudo ser
recuperado. Concretamente, por el buque cablero Mackay-Bennett, el cuál
había sido fletado por la compañía White Star Line tras la tragedia. Fue
enterrado en el mar el 22 de abril de 1.912. Si quieres saber más sobre la
recuperación de víctimas, pulsa aquí.
Su primo, William Hopper, declararía días después del naufragio, lo siguiente.
“Viajamos en el Sismic, realmente por casualidad, ya que
desconocemos porqué cambiaron nuestros pasajes. Fue algo muy afortunado para nosotros,
se lo aseguro.
Íbamos navegando un día por delante del Titanic, pero éste nos adelantó. Desde nuestro buque, se recibió la noticia de que el barco se estaba hundiendo, pero el Capitán decidió no propagar la notica al pasaje, temiendo que pudiera desatarse el pánico.
Más tarde, se nos comunicó que el Titanic había naufragado. Tras ello, supimos que había sido debido a los campos de hielo. El miércoles llegamos a la zona y los marineros más expertos nos dijeron que nunca habían visto nada igual. Apenas los sorteábamos. Algunos icebergs medían hasta 60 metros de altura. Estaban por todas partes. Varios pasajeros estábamos algo nerviosos, sin embargo, los oficiales del Sismic, fueron muy cuidadosos y profesionales, y conseguimos salir de allí sin problemas.
Vimos algunos restos del Titanic cuando pasamos por allí, trozos de madera y similares, pero no nos topamos con ningún cuerpo. Con toda probabilidad, el iceberg había hecho que todo desapareciese.
Mi primo, William Allen, había embarcado en el Titanic. Nosotros teníamos, también, nuestro pasaje reservado, pero, en el último momento, acabamos a bordo del Sismic, embarcando un día antes. Mi primo no recibió ese cambio. Se perdió…”
Su mujer, Florence, recibió la totalidad del patrimonio que había dejado William en vida, valorado en 167 libras y 10 chelines. Jamás volvería a contraer matrimonio. Viviría el resto de su vida en Bridgford, Nottinghamshire y fallecería el 15 de septiembre de 1.965, a la edad de 88 años.
La historia de William Henry Allen es bastante similar a muchas otras protagonizadas por pasajeros de tercera clase, todos tendrían en común la ilusión y la esperanza de poder hallar una nueva vida en EE.UU. Sin embargo, hay algo que la hace diferente. Los restos del Titanic fueron hallados por la expedición capitaneada por el oceanógrafo Robert Ballard, el 1 de septiembre de 1.985, tras varias búsquedas sin éxito. Alrededor del pecio, cientos de objetos personales de las 2.208 personas que componían el pasaje y tripulación del buque, se extienden como una especie de recordatorio de lo que allí sucedió.
Fotografía realizada en 2.004.
Pequeña muestra del campo de restos que se extienden en el lecho marino,
cercanos al pecio. Se pueden distinguir algunos zapatos. Fotografía: https://www.latimes.com/
Años
después, la empresa I.N.C. Titanic, obtuvo, en el año 1.994, gracias al
Tribunal Federal de los Estados Unidos de América, los derechos del pecio. Es
por ello, que son los únicos con permiso legal de extraer objetos del campo de
restos. Han realizado, hasta la fecha, ocho expediciones, entre las cuáles, concretamente
la del año 2.000, se halló una maleta de cuero. En su interior, diferentes
prendas de ropa, un par de botas de vestir, otras, más usadas, de trabajo, lana
para zurzir, un reloj de bolsillo, cerillas, cartas, postales y otros
documentos. La clave para determinar a quién pertenecía la bolsa, fue un ticket
de una lavandería en el que rezaba W. Allen. Más de 100 años después,
ésa maleta, las únicas posesiones que William había seleccionado para llevar
consigo a su nueva vida, nos permitían darnos una idea de quién fue su
propietario.
Quizás,
en esas cartas y postales, estaban las palabras de aliento y esperanza de sus
padres y hermanos, deseándole una buena nueva vida en América, recordándole,
como cualquier madre sea cual sea la época, que no olvidase escribirles para
contarles todo. Posiblemente, alguna de ellas contendría una despedida de
Florence, su esposa, con la intención, de que su separación fuera sólo algo
temporal y pudieran volver a reunirse en un futuro próximo. Sea como fuere, en
ésa bolsa de cuero, William, había reducido lo más importante de su vida para
comenzar de nuevo.
Un traje de lana de tres piezas y unas botas, son algunas de las pertenencias que William Allen llevaba consigo para el comiendo de su nueva vida en EE.UU. Fotografía: https://kevinbrownhistorian.wordpress.com/
Probablemente,
este traje de lana negra que podemos contemplar en la fotografía y ése par de
botas, algo desgastadas, sería el vestuario más elegante que William tenía y
querría llevarlo consigo para pisar ése nuevo mundo y ésa nueva vida que le
prometía la ciudad de Nueva York. Se habría imaginado, infinidad de veces,
vistiendo su traje y encontrando nuevas oportunidades con él. Gracias al cuero
de la maleta, las prendas se han podido conservar en un estado de conservación muy
bueno, teniendo en cuenta los años pasados a más de 3.000 metros de
profundidad.
El
chaleco de William Allen, fue vendido en una subasta en el Intrepid Sea, Air
& Space Museum, de Nueva York, el 11 de abril de 2.012, curiosamente,
durante el centenario de ése primer y último viaje que convertiría al Titanic
en mito.
Las
botas, ésas que William habría elegido para caminar por primera vez en Nueva York,
se exhiben en el museo Titanic, Artifact Exhibition, que se encuentra
fijo en Luxor, Las Vegas, EE. UU. Aquí, la I.N.C. Titanic, empresa
propietaria de Artifact Exhibition, conserva numerosos objetos extraídos
del pecio, como la famosa Big Piece, hasta ahora, el fragmento más
grande rescatado del casco del Titanic.
Alexandra Klingelhofer, directora
ejecutiva de Titanic, Artifact Exhibition, en Luxor, Las Vegas, sostiene, en
2.020, las botas que le pertenecieron a nuestro protagonista, William Henry
Allen. Fotografía:
Otra de las
prendas de William, se encuentra en Cultra, Belfast, en el museo Titanica,
the Exhibition, ubicado en el Ulster Transport Museum. Es un pequeño
espacio en el cuál podemos contemplar varios objetos rescatados del pecio y
donados por la I.N.C. Titanic. Allí, una camisa, en muy buen estado de
conservación, contempla, impasible, el paso del tiempo. Puedes visitar este
museo de manera virtual en éste enlace.
En el año 2.014 y el 2.019, durante mis dos viajes a Belfast, la cuna del Titanic, tuve la oportunidad de poder contemplarla in situ. Ha sido uno de los objetos provenientes del naufragio que más me han impactado. Saber que le pertenecía a alguien, con nombre y apellidos, con una historia detrás, es algo absolutamente conmovedor cuando te paras allí a contemplarla. He tenido pendiente esta entrada desde entonces.
La camisa de William Henry Allen, expuesta en Cultra, Belfast, en el pequeño museo Titanica the Exhibition. Fotografía realizada por miembros de la Sociedad Histórica del Titanic en España en septiembre de 2.019.
Este ha sido siempre el objetivo de nuestro blog, poder dar voz a aquellos que formaron parte del Titanic. Entender porqué se subieron a ése barco, cuáles fueron las decisiones que les llevaron allí y, en muchas ocasiones, que les arrebataron la vida. Hoy, recordamos una de ésas historias, la de un hombre humilde, de 39 años, muy trabajador, que, sabemos, tenía una buena relación con su familia, tenía una esposa, Florence y, principalmente, tenía el sueño de una mejor vida en EE.UU. donde su tío, le esperaba para recibirle con los brazos abiertos. Sus sueños, como los de tantos otros, se quedaron allí, en el Atlántico Norte, ésa madrugada del 14 al 15 de abril de 1.912. Sin embargo, su camisa nos recuerda quién fue más de 100 años después.
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